En el jardín tengo la suerte (o lo que sea) de tener varias encinas, unas doce o así. Están protegidas por lo que no se pueden cortar, lo cual me parece fenomenal, ya que no me gustaría un jardín vacío. También dan un sombra muy agradable, y me encanta ver a los pajaros posándose en las ramas y a la ardilla, que nos suele visitar por las mañanas, escondiendo bellotas y subiéndose a los arboles cuando oye algún ruido extraño.
El otro día me acerque al tronco mas de lo normal, para ver los líquenes que crecen en la corteza y me di cuenta que había un montón de lo que, a mi ojo de profano, parecen setas. La mayoría de las encinas las tenían y me pareció tan curioso que fui a por la cámara y le hice un par de fotos.
Cosas como estas me confirman lo que ya me imaginaba, me encanta vivir alejado de la ciudad.
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