Hay mucha gente que es algo reacia a admitir que algo le ha salido mal. Hay quien le hecha la culpa a factores externos ("no se me ha quemado, es que este horno, no hay quien lo entienda...") o a gente que no sabe apreciar el sutil sabor de algo que es incomible. Sin querer discutir con los que piensan así, solo voy a decir una cosa, si algo que has hecho intenta matarte, es que te ha salido mal.
Y esto es lo que me ha pasado con la cerveza de ortigas que intente hacer en abril (ver
aquí). Al principio parecía que la cosa tenia buena pinta, si veis la foto de la cerveza de la entrada, la cerveza parece tener buena pinta. La cosa empezó a ir mal cuando abrí la segunda cerveza Me bebí una (solo una) y al día siguiente la resaca que me dio fue impresionante. No suelo tener resacas por lo que esta era aun peor, dolor de cabeza, no me quería ni mover, dolor de estomago, de todo vamos. Siendo un poco corto de luces, y sin razón ninguna, decidí que no era culpa de la cerveza, sino de otra cosa (parece una excusa que usaba con 17 años, cuando bebía demasiado..., me acuerdo que solía echarle la culpa a la comida china de la noche anterior por sentirme fatal). Me bebí otra cerveza y paso lo mismo: resacón impresionante. Por eso decidí escribir el comentario de la entrada y dejar de beberlas.
Pero la cerveza no paro ahí. Había intentado matarme con resacas y no había funcionado por lo que decidió pasar a la acción directa: explotar.
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Cartón porta botellas, después de que explotara una de las botellas de cerveza. |
Pues sí, las botellas habían empezado a explotar. Menos mal que fui más listo que la cerveza y las puse en el trastero, por lo que no consiguió su objetivo y sigo vivo (y sí, estoy muy orgulloso de haber sobrevivido a una cerveza...) La verdad es que lo de las explosiones es culpa mía, por haberlas embotellado demasiado pronto: la cerveza siguió fermentando, la presión dentro de la botella se hizo muy grande y, ¡hala!, a explotar. Menos mal que como estaban en el trastero lo único que paso fue que tuve que limpiar trozos de cristal y cerveza pegajosa.
El resto de botellas que no habían explotado todavía, las abrí, con mas miedo del que voy a admitir en la vida, y lo único que paso fue que de la botella salio un chorro de cerveza de metro y medio de altura. De alguna botella este chorro salio con tanta fuerza que me hizo daño en la mano. Por lo que os quiero decir a todos lo que ya dije en las otras entradas. Tened cuidado con esta receta y por si acaso no la hagáis.
En fin, supongo que debería aprender alguna lección con experiencias así, y de esta experiencia creo que he aprendido que cuando una cerveza intenta matarte, es legitimo defenderse y tirarla al compost.