Al igual que con los tomates, las matas de calabacines a veces dan tantos que, de comerlos todos, te saldrían por la orejas. Mis orejas no es que sean nada del otro mundo, pero me gustan sin nada saliendo por ellas. Con los tomates ya conté mis ideas para conservarlos en otros posts (ver las entradas del tomate al horno y congelado, Ketchup, y la entrada del Chutney).
Con el calabacín la verdad es que éste verano no sabia lo que hacer. Al final vi una pagina web que daba una receta tan fácil y rápida (es más, incluso estoy dudando si debería llamarlo receta de la tontería que es), que decidí probarlo. La cosa es así, los calabacines, los lavas, le cortas las partes feas, y se rallan. Esto en bolsas al congelador. La verdad es que no me acababa de convencer demasiado pero decidí probarlo. Metí las bolsas al congelador y me olvide de ellas.
El otro día abrí una bolsa y pasó lo que me imaginaba que iba a pasar. Los muy observadores lo podréis ver en esta foto al sacar el calabacín rallado de la bolsa:
Por si no os habéis dado cuenta es un bloque, completamente sólido, duro como una piedra, de calabacín rallado. Si fuera a hacer unos ocho litros de sopa de verduras no pasaría nada pero la verdad es que no suelo hacer estas cantidades. Además, en esta ocasión lo quería para poner en una pizza. En fin me toco descongelarlo entero en el microondas, esto dejo el calabacín en un charco de agua, lo puse en un colador y usé el calabacín. No es el sistema fácil y rápido que ponía en la página web....
En fin de todo se aprende y aunque no estoy muy contento, voy a insistir. Tal vez congelándolo poco a poco, en una bandeja de esas de cubitos saldría bien. Y si no, siempre esta la opción de comer calabacines hasta que me salgan por las orejas.