Thursday 28 February 2013

Sonidos y señas

Esto de vivir en el campo me gusta, entre muchas cosas, por la de animales que se ven Y cuando digo que se ven, no me refiero a que se ven (ya lo se, tal vez entonces debería usar una palabra distinta) me refiero a que detectas su presencia sin necesariamente verlos. Una de las formas más fácil de saber que esta ahí un animal es por el sonido, el canto de los pájaros por ejemplo.

Aparte de eso por donde yo vivo se puede escuchar el graznido de patos, (que suele estar acompañado de aleteo en el agua, que inmediatamente te hace pensar que es un monstruo marino y te llevas un susto, hasta que te das cuenta que es imposible, porque un monstruo marino estaría en el mar y eso es un río...), el sonido que hacen las cigüeñas con el pico (crotorar según la wikipedia, fíjate que nombre más raro), el sonido tan raro que hacen las ardillas (gruñir, según yahoo answers pero no se...), y, uno de mis favoritos, el martilleo del pájaro carpintero.

Otra forma saber que un animal ha estado por ahí es por las huellas. No se me da nada bien esto pero el otro día vi unas que eran muy fáciles de ver y según me han dicho vecinos y demás, son las marcas que hace un jabalí al mover la tierra para buscar cosas de comer.


¿A que huelen los jabalis? Otsu lo esta comprobando.

Cuando la gente me dice que vivo en el medio de la nada y que como hago para vivir tan lejos de tiendas, bares, restaurantes, teatros y demás, siempre pienso en momentos como estos: el sonido de un pájaro carpintero en tu jardín, pisar las marcas dejadas por un jabalí... No hay tienda, restaurante ni teatro que se compare.

Monday 4 February 2013

Ginebra de bayas de saúco

Siguiendo con las bayas de saúco (Sambucus nigra), que empezamos en la entrada anterior con el vinagre, vamos a hablar de algo que muy interesante que es la ginebra de bayas de saúco.

Había oído hablar de esto y tenia bastantes ganas de probarlo pero la mayoría de recetas que encontraba por ahí eran de como hacer cocktails con la ginebra de saúco. Al final buscando y leyendo he mezclado un par de recetas para dar con esta que me ha gustado.

250g de bayas de saúco
350ml de ginebra
50g de azúcar

Las bayas, sin tallos, las ponemos en un cuenco y las metemos al microondas un par de minutos. Esto es porque las bayas hay que cocinarlas siempre, en la receta del vinagre esta el paso de hervir 10min, como no queremos hervir la ginebra meterlas al microondas nos da el resultado que queremos.

Sacar del micro y en un frasco de cristal ponemos las bayas, el azúcar y la ginebra. Si tenemos un frasco de rosca de conservas de toda la vida ponemos film transparente por encima y cerramos con la tapa encima de eso, si no usamos el film lo mas seguro es que gotee al agitar el frasco, sobretodo por que lo más normal es darle la vuelta para comprobar que el azúcar este disuelto. Si tenemos un frasco de esos con tapa y junta de goma que cierra bien seguramente no hará falta.

Agitamos todos los días hasta que el azúcar este disuelto y lo dejamos un mes.

Pasado el mes se cuela, se tiran las bayas, y esperamos otro mes. Al mes lo ponemos en una botella aparente y esta listo para beber.

¿El sabor? Difícil de explicar pero muy agradable, dulzón, y con intenso sabor a las bayas. Por ahora mejor con tónica por que sino se nota el sabor a ginebra. A lo mejor dentro de otro mes se quita ese sabor, ya os contare.



Sunday 3 February 2013

Cortando leña

Don Fernando Cerezo, profesor de sociales en el colegio, nos dijo que durante la primera guerra mundial si te encontrabas en medio de un bombardeo y no tenias a mano una trinchera lo mejor era meterse en el cráter que había dejado un obús. Al parecer es imposible que un obús caiga dos veces en el mismo sitio (este tipo de lección práctica era lo que más me gustaba del cole). Seguro que esto tiene un nombre, algún principio de incertidumbre o algo similar. Yo nunca me he encontrado alejado de ninguna trinchera durante ningún bombardeo en la primera guerra mundial, pero a mi manera he comprobado este principio de incertidumbre cada vez que me ponía a cortar leña.

Mi idea cortando leña es poner en un tronco grande uno más pequeño y , ¡zas! de un golpe certero partir el tronco pequeño en dos para que sea más fácil encender la chimenea. Supongo que la idea no es muy original y que son siglos lo que se lleva cortando leña así. El problema es que a veces (muchas) el tronco pequeño está demasiado duro y tengo que volver a darle un hachazo, se supone que en el mismo sitio de antes, para poder cortarlo. Pues, oye, que no se dejan los muy...

Yo le echo la culpa al principio ese de incertidumbre, porque es que nunca le doy en el mismo sitio dos veces. Es más, muchas veces ni siquiera le doy al tronco directamente y le doy al tronco de abajo. Esto que paree que no es un problema si que resulta un poco problemático cuando le intentas dar un hachazo con la fuerza de superman a un tronco pequeño y acabas dándole al de debajo, porque claro, a ver como desclavas el hacha ahora... Con un poco de paciencia se puede, pero si le das al tronco de abajo en el borde (sí, me pasa mucho), empiezas a cortar trozos del tronco grande. Ya llevo cuatro o cinco trozos cortado del tronco grande, a este paso me voy a quedar sin donde cortar leña...

El tronco en el estado que esta ahora.

En fin, llevo ya algo de práctica y estoy mejorando pero me parece que he encontrado una solución mejor:


En una zona donde esta permitido he recogido palos que ha tirado el viento para encender la chimenea. De esta manera tengo como encender la chimenea y además le doy un descanso al hacha y al tronco de debajo.